Danza de la alegría (detalle).
Paco Sánchez, 1996

‘Princesa con galgo’, José Hurtado de Mendoza

Princesa con galgo [Boceto para vidriera-Tríptico]
José Hurtado de Mendoza, Ca. 1918.

Técnica mixta sobre cartón
CENTRO: 50 x 32,5 cm
LATERALES: 29,5 x 22 cm
EXTERIOR TOTAL: 88,5 x 56 cm

Casa de Colón.
Cabildo de Gran Canaria.

José Hurtado de Mendoza y Saénz (Madrid, 1885 – 1971 La Habana, Cuba)

Conocido como Pepe Hurtado, fue caricaturista, ilustrador, pintor y escenógrafo entre dos islas, Gran Canaria y Cuba. Sobrino nieto de Benito Pérez Galdós, forma parte de una generación de intelectuales que cumplieron un papel esencial en esa edad de oro que vivieron las letras canarias en las primeras décadas del siglo XX. Con grandes poetas como Alonso Quesada, Saulo Torón, los hermanos Luis y Agustín Millares Cubas o Tomás Morales, compartirá su gusto por el Modernismo, movimiento que en el Arte Canario se verá protagonizado por la gran figura de Néstor Martín-Fernández de la Torre.

José Hurtado de Mendoza nace en Madrid en 1885. Sin embargo, se traslada muy joven a la isla de Gran Canaria junto a su familia. De formación autodidacta, fue asiduo a la Escuela Luján Pérez desde su creación en 1918. Como diseñador, durante la década de 1910 lleva a cabo diversos trabajos de decoración de interiores: el salón del antiguo Club Náutico, la casa de Laureano de Armas en Arucas o una de las salas del Gabinete Literario de nuestra ciudad. También se encargará de la decoración del espacio dedicado a Las Palmas en la Exposición iberoamericana de Sevilla de 1929, creando un mural representativo de la ciudad para una de sus salas. Mantendrá buenas relaciones con el poeta Tomás morales, para el que realiza junto al pintor Nicolás Massieu y Matos, los decorados de su pieza dramática La Cena de Bethania y las guardas de las dos ediciones y contraportada del libro La Rosa de Hércules, la obra más importante del poeta canario. También llegó a encargarle la ilustración de una edición de lujo que, finalmente, no llegó a materializarse.

Entre 1914 a 1917 realizó diversas tiras cómico-satíricas de carácter costumbrista y apuntes en tinta china de moda femenina al más puro estilo modernista. Un año después realiza las ilustraciones para la edición de La Rosa de Hércules, nombradas anteriormente, de las que el director de la Casa-Museo Tomás Morales destaca “el cuidado y el lujo de los detalles”. En 1919 participa, junto a pintores como Juan Carló o Tomás Gómez Bosch entre otros, en la Primera Exposición de Artistas Canarios del Gabinete Literario, organizada por el pintor Nicolás Massieu.

En 1925 marcha a Cuba, dos años más tarde firma el Manifiesto del Grupo Minorista formando parte de la vanguardia artística cubana. Realizará ilustraciones y caricaturas para revistas como La Semana, El Imparcial, La Lucha, Social, Avance, El País, Kayuko, El Loco, entre otras publicaciones periódicas cubanas. En 1930 regresa a la Gran Canaria, participando en una exposición en el Círculo Mercantil de Las Palmas.

Posteriormente, vuelve a viajar a La Habana, donde ejerce como profesor de dibujo en la Escuela Técnica de Rancho Boyeros. Militante en el Partido Socialista Popular, perteneció al Movimiento de Veteranos y Patriotas y se enfrentó a la dictadura de Gerardo Machado con la original serie de caricaturas Cuentos siboneyes. Entre sus legados más se encuentran las pinturas de temas indocubanos, afrocubanos, mesoamericanos y afrocaribeños.

El escritor Juan Rodríguez Doreste, en su libro Seres, sombras, sueños. Semblanzas breves (1973), habla sobre el artista fallecido dos años antes, como un personaje integrado en la escena cultural canaria, que se dejaba ver por los salones de humorismo y de bellas artes de la ciudad:

«Si Néstor fue el gran pintor del grupo, Pepe Hurtado fue su genial caricaturista. Dibujante de singular habilidad y trazo personal, su fina vena satírica lo convirtió en el humorista de su generación, con un humor socarrón, abierto y comprensivo, que se manifiesta tanto en la certera caligrafía de sus bosquejos como en sus chispeantes comentarios verbales, en sus graciosas ocurrencias, reveladoras de la oculta vertiente cómica que siempre celan los seres y las cosas.»

Muchos datos de su vida y, sobre todo, de su obra son aún desconocidos. La Casa-Museo Tomás Morales ha propiciado la recuperación de decenas de sus dibujos y pinturas, un trabajo persistente que hizo posible en 2017, la inauguración de la primera exposición retrospectiva de carácter antológico de su obra, a cuya figura está dedicada la nueva Sala Modernista del museo.

Obra

La obra de José Hurtado de Mendoza es muy escasa, por ello, la oportunidad de verla es excepcional, a la vez que muy significativa. Su labor, junto a la refinada producción que desarrolla Néstor Martín-Fernández de la Torre, personifican las nuevas corrientes artísticas europeas del Modernismo durante el siglo XX en Canarias.

Reconocemos en este boceto para vidriera, las características plásticas fundamentales del movimiento modernista: la figura principal, una mujer con rasgos inspirados en las estéticas orientalistas, acompañada de un perro, elemento simbólico de protección. El orientalismo veía en las culturas lejanas un mundo de misterio y sensualidad basado en tópicos e ideas preconcebidas. La traducción de Las mil y una noches y la pintura orientalista de finales del XIX nutrieron este gusto por lo lejano, atrayendo al gran público. Tras ella, un sol resplandeciente asoma por el horizonte coronado por dos impresionantes palmeras que abarcan casi toda la composición. Las líneas curvas del palmeral favorecen el dinamismo de la obra, donde las formas vegetales son igual de protagonistas, dando al conjunto una belleza idealizada que roza la fantasía. Como dato anecdótico, en la parte trasera del soporte se puede apreciar una caricatura de un hombre con gabardina, gafas y sombrero, probablemente obra del mismo autor.

El movimiento Arts and Crafts inspiró, a mediados del siglo XIX, una mirada a la naturaleza y a la artesanía, en contraposición a las manufacturas industriales. Estas influencias se enraizaron en el Art nouveau o Modernismo, de esta manera, la vidriera deja de tener principalmente un mensaje religioso fundiéndose en los nuevos espacios civiles de la burguesía canaria. Esta clase social que adopta las necesidades de ocio y cultura venidas de Europa, exige parques, teatros, alamedas e instituciones culturales. El gusto burgués por elegantes decoraciones para sus casas hace recuperar el oficio del vitral, un elemento de lujo que, por su fragilidad y elevado coste, definía perfectamente el interés de la burguesía canaria por emular la vanguardia artística de las principales ciudades europeas. El Palacete Rodríguez Quegles en la zona de Triana, o el proyecto decorativo del Teatro Pérez Galdós son un claro ejemplo de esta nueva estética accesible a toda la ciudadanía.