Danza de la alegría (detalle).
Paco Sánchez, 1996

‘Retrato de Benito Pérez Galdós’, Joaquín Sorolla y Bastida

Retrato de Benito Pérez Galdós, 1894
Joaquín Sorolla y Bastida

Óleo sobre lienzo
73 × 98 cm

Casa-Museo Pérez Galdós.
Cabildo de Gran Canaria.

Joaquín Sorolla y Bastida (1863, Valencia – 1923, Cercedilla) 

Pintor impresionista, la luz del Mediterráneo que captó en sus icónicas escenas de playas y niños, le valió el calificativo de luminista. También fue retratista de la España de su tiempo, él mismo se sorprendía de su faceta retratista en correspondencias con amistades, como con Pedro Gil Moreno de Mora,  tras lograr la medalla del Grand Prix en la Exposición Universal de París en 1900. La Colección del Museo Nacional del Prado cuenta, entre las 21 piezas del autor, con 18 retratos. 

Joaquín Sorolla realizó esta pieza en 1894, contando con treinta años de edad. Es un momento clave en su etapa de producción como artista, pues a finales del siglo XIX, el pintor valenciano viaja a París y se sumerge de lleno en el movimiento impresionista, siendo reconocido a nivel internacional. Sorolla plasmará en sus lienzos de pinceladas sueltas, a gran cantidad de personalidades del mundo intelectual y político de entonces. En estas obras, la amistad y el vínculo con los retratados es vital, pues sin duda serán estos retratos a familiares y amigos los más excelentes. 

Se trata, además, de una imagen muy reconocible, impresa en los antiguos billetes de mil pesetas que hizo la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en 1979, es el retrato del gran escritor y novelista Benito Pérez Galdós. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1843, fue una de las personalidades literarias más importantes de finales de siglo XIX.  Galdós y Sorolla mantenían una gran amistad. En el archivo documental de la Casa-Museo Pérez Galdós se conservan sus cartas, una interesante correspondencia que evidencia la admiración que ambos se tenían, reflejada en la obra.

Sus retratos, ponen de manifiesto la profunda influencia de Velázquez, además de un marcado realismo, pues la búsqueda de naturalidad es una de las premisas esenciales en sus mejores obras. Con pinceladas rápidas, barridas con muy poco pigmento sobre la preparación blanca que queda visible bajo el cuadro, el pintor retrata a Galdós en una situación cómoda y relajada, sentado en un banco ambientado en un espacio ambiguo que recuerda a un Café, los negros y grises del fondo se animan con pinceladas de luz. Vestido con chaqueta y una lazada de corbata, en su mano derecha agarra un bastón, mientras sostiene con su izquierda un cigarro con boquilla; era un gran fumador. Con una expresión facial natural y serena, Sorolla capta la distinción y elegancia a la vez que la sencillez del escritor, con una mirada que se aleja más allá del espectador. Tras él, localizado en un punto de fuga, se observa un cuadro, una marina de suaves olas que podemos identificar con el novelista isleño.  

En los años sesenta, momento de creación de la Casa-Museo Pérez Galdós, el Cabildo de Gran Canaria ordena una copia de esta obra para su inauguración. Posteriormente, en 1973, la institución adquiere la pieza gracias a los nietos de don Benito, junto a otros objetos del escritor que permanecían en Madrid. La familia del escritor quiso, desde un primer momento, que la obra se conservase en la Casa-Museo de la capital grancanaria. Desde entonces, forma parte de la Colección, ubicado para su exposición permanente en el edificio dedicado al escritor.