Danza de la alegría (detalle).
Paco Sánchez, 1996

‘Santa Ana enseñando a leer a la Virgen’

Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, finales del siglo xv
Escuela andaluza

Talla sobre madera policromada y dorada
53 × 33 × 19,5 cm

Casa de Colón.
Cabildo de Gran Canaria.

De Escuela andaluza, ha sido considerada la imagen original a la que se consagra el primer templo de la ciudad, San Antonio Abad. No sabemos si ésta fue la obra ante la cual oró Cristóbal Colón en su visita al Real de Las Palmas, pero lo que si es cierto es la popularidad de Santa Ana durante la conquista y su vinculación con el primer asentamiento de las tropas castellanas en Gran Canaria, que dio lugar a la fundación de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, de la que es patrona. 

En 1402, se da por iniciada la Conquista de las Islas Canarias con la toma de posesión de Lanzarote por el normando Jean de Bethencourt. Bajo el patrocinio y feudo del rey castellano Enrique III, en 1404, el Papa Benedicto XIII erigió la Diócesis Canariense en San Marcial del Rubicón, en esta misma isla, donde al parecer se veneraba dicha imagen, una pieza conocida como Santa Ana de Teguise (Lanzarote). La adhesión del archipiélago canario al Reino de Castilla da lugar progresivamente a la configuración de una nueva organización política y social, así como a la inserción de unos valores religiosos distintos. La conquista significa la implantación de una cultura devocional y cristiana, que será acompañada de la llegada de las primeras piezas de arte sacro a las islas. En 1485, se traslada la Diócesis Canariense a Las Palmas de Gran Canaria y según Néstor Álamo, primer director de la Casa de Colón, es en este momento cuando la escultura llega a Gran Canaria.

La talla de madera policromada representa a Santa Ana, madre de la Virgen María que, entronada en un sitial eclesiástico, sobriamente ornamentado, enseña a su hija a leer. La Santa, vestida de rojo y con túnica azul,  envuelve su figura en delicadas decoraciones geométricas de pan de oro que enriquecen la visión de la pieza. A su lado, la Virgen Niña se muestra atenta a las lecciones de su madre. Se mantiene en pie, dirigiendo su mirada al libro abierto que se muestra en un plano abatido descendente, centrando así  la mirada del espectador en sus textos. Las manos de ambas convergen en las Santas Escrituras, fuente de conocimiento, mientras van marcando las directrices de la lectura a seguir. La juventud de sus delicados rostros, de perfiles redondeados  y sus posturas, tanto de Santa Ana en el sitial, como la posición de la Virgen Niña, se encuentran a  caballo entre el gótico tardío y el estilo renacentista de extracción sevillana. 

El culto a  Santa Ana, madre de la Virgen María, se remonta a los primeros tiempos de la Cristiandad. Desde Bizancio, junto con algunas reliquias, se extiende hacia Italia, Alemania e Inglaterra, manteniéndose con fuerza en la Bretaña francesa. Su valor popular y sentimental es incalculable, se trata de la talla más antigua de Santa Ana en la isla, que llega a los fondos de la Casa de Colón posiblemente desde su inauguración, en la década de 1950.  Intervenida varias veces por diferentes afecciones en el transcurso de los años, esta pequeña pieza se expone hoy en día, de forma permanente, en la Sala de Historia de ciudad de Las Palmas del museo, una escultura que pervive gracias a los muy necesarios trabajos de restauración y conservación preventiva llevados a cabo desde la institución.