Danza de la alegría (detalle).
Paco Sánchez, 1996

‘Sin título [Abstracción]’, 1984. Lola Massieu

Sin título [Abstracción], 1984
Lola Massieu 

Técnica mixta sobre madera 
90 x 90 cm 

Centro Atlántico de Arte Moderno.
Cabildo de Gran Canaria.

Lola Massieu Verdugo (Las Palmas de Gran Canaria 1921 – 2007) 

Lola Massieu representa, en este viaje a través del arte canario, la ruptura con un modelo de artista mujer a la que la crítica y el público no estaban acostumbrados. Una figura indiscutiblemente transgresora y apasionada que ha dejado huella, tanto por su obra como por su desbordante personalidad, en la historia cultural del Archipiélago.

Perteneciente a una familia de talentos artísticos, será su tío Nicolás Massieu y Matos, Colacho, “Cola” como ella le llamaba, quien le invite a utilizar los colores que ofrece la observación de la naturaleza. Pronto deja a un lado las directrices academicistas de su tío para adentrarse en la experimentación del color, la fuerza de la mancha en los paisajes, naturalezas muertas y flores.

A partir de 1950 hasta 1958, seguirá trabajando la técnica del óleo y los mismos temas figurativos iniciales, con espacios y volúmenes dados por empastes gruesos y manchas de color. Vinculada a la Escuela Luján Pérez a través de su amistad con muchos artistas de la misma como Plácido Fleitas, Abraham Cárdenes y Felo Monzón, seguirá investigando en la plástica, exponiendo de forma individual, por primera vez, en El Museo Canario en 1958.

Al año siguiente expone en el Casino de Santa Cruz de Tenerife esas obras ya expuestas en El Museo Canario. Animado por Maud Bonneaud, Eduardo Westerdahl visita la muestra. El crítico de arte se convierte así en un comprometido defensor de su trabajo, al igual que lo fue, durante toda su trayectoria, el artista Felo Monzón. Tras la muerte de su hija, la artista concentrará toda su energía en la producción de su obra, pintar es su vida. En su estudio de La Angostura, creará una extensa obra sin cambios temáticos, pero con experimentaciones sintéticas. Sus obras son el reflejo de la consolidación del movimiento abstracto que comienza a gestarse en Canarias a partir de la década de los cincuenta del pasado siglo.

Contestataria e inconformista, debemos destacar su papel como docente y su compromiso con el activismo feminista, social y artístico. Junto a Pino Ojeda, Felo Monzón, Rafaely Bethencourt y Francisco Lezcano, en paralelo con el grupo Nuestro Arte en Tenerife, dieron forma y presencia, en el territorio de la abstracción en Canarias, al grupo Espacio, en contraposición al momento histórico que representaba la dictadura franquista española, cuando pintar y defender los postulados revolucionarios del arte nuevo era rechazado por la mayoría. Simbolizó, también, la incorporación definitiva de la mujer canaria a las vanguardias artísticas del momento. A partir del grupo Espacio, la presencia de mujeres en la formación de grupos artísticos será permanente, como el grupo Hispano fundado en 1978 también por Lola Massieu junto a la chilena Esther Fulle y Jane Millares, entre otras, o el Grupo Espiral, en 1980, del que también fue miembro fundadora.

En 1962, Lola Massieu expone junto a Felo Monzón en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, con un catálogo presentado por Eduardo Westerdahl que refuerza su papel como una de las principales representantes del Informalismo en Canarias. De esta forma, consolida su abstracción y multiplica sus técnicas dentro de la vanguardia canaria. En diciembre de 1965, participa en la exposición 12 organizada por María Belén Morales y Maud Westerdahl en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife con una gran repercusión, las doce artistas que participan son únicamente mujeres.

La artista seguirá exponiendo sus obras en las Islas Canarias y en salas y galerías de Madrid. Su entorno familiar le ayuda y apoya, por lo que pudo viajar fuera de las islas. Sus obras recorrerán territorio internacional: Alemania, Yugoslavia, Israel o Nueva York. En 1990, se le hace entrega del Premio Canarias de Bellas Artes e Interpretación. Fue la primera mujer en recibirlo y, hasta el momento, la única artista plástica. Tras su fallecimiento en 2007, su trabajo sigue estando muy presente a través de las instituciones culturales de Canarias, gracias a sucesivos homenajes a su trayectoria como la exposición retrospectiva Inquietud Abstracta, en el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) en 2016, o en 2021, la exposición Pioneras. Lola Massieu y sus coetáneas Yolanda Graziani y Pino Ojeda en la colección de la Casa de Colón.

Obra

La obra expuesta es un claro ejemplo de la fuerte personalidad que transmite Lola a través de sus creaciones. Será, en la década de los cincuenta, cuando la artista comience a hacer uso de alquitranes, barnices y resinas en su producción, materializando los conceptos abstractos del espacio-tiempo, creando un equilibrio tenso entre el orden y el caos a través de energéticas composiciones.

La luz de sus creaciones se irá apagando durante los años sesenta. Los colores se limitan dando protagonismo, cada vez más, al negro y la forma se pierde completamente para dar paso a la total abstracción de la materia. El expresionismo abstracto americano y el informalismo serán el elemento de ruptura y de querer ir más allá, siempre presente en su obra. Lola Massieu es pura libertad expresiva, las formas orgánicas se tornan borrones, líneas rectas, manchas que, a partir de los años setenta, se irán desgarrando y derritiendo. Sus composiciones se alimentarán de vivencias cotidianas, transmitiendo con ellas sus propias sensaciones, que se vuelven líquido para reencontrarse en la abstracción del lienzo.

Esta potente pieza, fechada en la década de los ochenta, es el resultado de este continúo proceso de evolución. Creaciones con carácter propio, en las que incorpora nuevos materiales y nuevas formas de entender su relación con el objeto artístico. Atendiendo a los postulados del grupo Espiral, que cofunda en 1980, sus obras entran en contacto con una crítica directa y pasional a su entorno, manifiestan la desigualdad de género, a la vez que el deterioro físico y moral de nuestra sociedad.

El grupo entiende por cultura cualquier manifestación desarrollada por una o uno mismo, como una necesidad ancestral de expresarse, de comunicarse con los demás a través de diversos lenguajes como el artístico o el científico. La espiral, como símbolo, pone en valor la cultura canaria desde sus más primitivos inicios, afirmando su africanidad frente al europeísmo colonialista a la vez que resalta la tradición universalista de nuestra cultura canaria. En sus últimos años amplía la gama de colores con poderosos rojos, ocres llenos de matices y vibrantes azules que acompañan al negro, al blanco y a los discretos dorados. Fruto de los años de investigación, con una gran destreza, la artista se expresa con absoluta libertad a través de las veladuras, decalcomanías y el dripping (chorreos).